viernes, 21 de agosto de 2009

15 de agosto en la playa del este de Santa Pola



¿Merece un 15 de agosto la muerte de nuestros hijos?

Santa Pola (Alicante) playa del este.
11 de la noche.
Juegos infantiles en la arena a 20 m. del Chiringuito.
(La foto no corresponde al lugar, pronto la cambiaré)


De repende me encontré a 5 metros del banco donde estaba sentada con mi familia, durante el descanso de un paseo nocturno, brazos en alto increpando a voz en grito, y cuando digo en grito, ya se pueden imaginar, a unos padres que, de padres, creo que solo tienen el nombre.

¿Saben ustedes el sistema que se usa para limpiar la arena de las playas? Saben que hay personas que mientras nosotros cenamos tranquilamente en las noches de verano o incluso dormimos, ellos se dedican a limpiar las playas para que, al día siguiente, nosotros podamos disfrutarlas. Para ello utilizan un tractor al que va adosado un gran garbillo con el que se garbilla la arena, la alisa, le confiere un aspecto uniforme y agradable a la vista y va recogiendo toda la basura que los bañistas ajenos al cuidado del medioambiente y a un comportamiento cívico solidario van dejando esparcida.

¿No son fantásticos para nuestros hijos esos juegos infantiles de toboganes y casitas que ubican en algunas playas?
Se vislumbra a lo lejos el tractor del servicio de la limpieza, siguiendo un orden en su recorrido, basado en una trayectoria elíptica que permite adivinar la exactitud de su paso en lugar y tiempo; poco a poco se va acercando a la zona infantil, donde, a pesar de la hora, juegan unas niñas con bonitos vestidos y lazos en el pelo; bastante compresible en zona turística un 15 de agosto. Conforme se aproxima el tractor a esta zona infantil, las miradas de los viandantes por el paseo marítimo buscan a los padres en el chiringuito. Por supuesto mis hijos ya hace bastantes minutos que están fuera de la arena, con el fin de permitir al conductor del tractor hacer bien su trabajo y no poner en peligro su propia vida. Las niñas van y vienen, corretean de los toboganes al chiringuito y viceversa, agravando el riesgo de ser atropelladas por el tractor. Los padres ni se inmutan, en ningún momento les detienen a su lado, ni les ponen ningún tipo de límite (aunque lloren). La gente ya hasta se detiene para ver el increíble espectáculo que se está organizando. Todos comentamos la situación. La última vuelta del tractor fue casi trágica porque a una de estas preciosas niñas se le ocurrió el peligroso juego de desafiar al conductor y a sus frenos y ¡menudo susto nos llevamos todos!, sobre todo el conductor, que dicho sea de paso, parecía acostumbrado a esa situación, porque yo en su lugar bajo del tractor y hasta que los padres no desalojen la zona, no continúo. Este fue el único momento en que los padres se alarmaron y por lo menos se pusieron de pie.

Cuando volví al banco a sentarme con mi familia me pidieron que me calmara, pero yo tengo sangre en las venas, no horchata.

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